lunes, 31 de octubre de 2011

Nuestro Padre, el misericordioso


El punto 5 del Vademecum del gobierno local -otro de los documentos reservados del Opus Dei-, instruye acerca de cómo tratar a aquellos numerarios que dejan la Obra. Aquí tienen ustedes lo que aparece en la versión 2002. Sin embargo, en 2005 apareció una nueva versión en la que se suavizan algunos términos en orden a hacerla aceptable a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En cualquier caso, los Directores han de tomar las medidas —dictadas por la caridad y por la prudencia— para que no se perturbe el buen espíritu de los demás, ni se creen confusiones o situaciones equívocas. Se perturbaría o se confundiría, por ejemplo, si mientras no transcurran muchos años, se les permitiera (a los que salieron) que fuesen por nuestros Centros con demasiada frecuencia y confianza, o se les invitara a comer allí; si se tuviera con ellos una excesiva familiaridad, en el trato y en las conversaciones; si se les contaran cosas de la vida en familia, o si se les hiciera intervenir prematuramente y con cierta autoridad y responsabilidad en actos o en trabajos relacionados con la Obra y que, por ser públicos, pudieran tener una cierta difusión. Tampoco resulta oportuno, de ordinario acudir a su boda, al bautizo de los hijos, etc.
No resulta tampoco oportuno que, después de abandonar su camino, comiencen a colaborar con personas de la Obra en trabajos profesionales de los que obtengan un beneficio material.
La mejor manera de manifestar su buena disposición es que ayuden generosamente con sus limosnas —según su capacidad— en las labores de apostolado, al menos durante bastante tiempo.
Pasando en limpio el mandato del misericordioso padre: el que nos deja, no vuelve a entrar en nuestras casas y se prohíbe cualquier tipo de contacto con él. Ni siquiera se le debe dar el apoyo afectivo mínimo que se esperaría de aquellos que fueron sus amigos y hermanos durante años. Más aún, se deberá advertir a todos aquellos que tengan relación con la Obra que no le den trabajo, y si ya lo tuviera, que lo echen.
Pero en lo posible, claro, habrá que manipularlo de tal modo que nos siga pasando dineros.
Díganme si el Santo juanpablino no es la gráfica más viva de la parábola del Hijo Pródigo.

4 comentarios:

  1. Conocí bien a un ex-numerario, abogado, que pasó varios años de su vida en la Obra. Un buen día, después de un trance seguramente difícil, comunicó a su superiores que quería dejar la Obra. Según me lo contó esta persona, no le hicieron nada fácil la salida, llegando a reunirlo con uno de los capitostes de la Obra en Argentina, para decirle a coro que si abandonaba se iba a ir al infierno. Así nomás. Extra Opus Dei nulla salus. Este abogado era numerario pero no estúpido, diría que -por el contrario- es muy inteligente, así que esquivó el lazo. Y desde entonces quienes eran "su familia" se cruzan de vereda y ni lo miran. Linda misericordia. Cuántos no habrán podido zafar, esa es la pregunta. Es sabido que casi todos los numerarios de más de 40 pirulos en Buenos Aires están medicados y con tratamiento psiquiátrico.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Estimado Wanderer:
    Tengo un conocido -no podría decir amigo, usted entenderá- al que aprecio mucho.
    A casi 25 años de numerario, muy probablemente lo orden sacerdote -del opus, obviamente.
    Me gustaría que en algún próximo post trate el tema de esas "vocaciones sacerdotales" de la OUUUbra..., propuestas por los superiores.., etc., etc.

    Neville Longbotton

    ResponderEliminar
  3. Me encanta tu blog, wanderer. Lo descubrí hace poco, y me cambiaste la forma de ver muchas cosas. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Wanderer, para cuando un post sobre Schoenstatt? Puedo asegurarle que tiene aspectos aún más alarmantes que el OD. Además, le está robando gente hace tiempo...

    "Sea Dios mi testigo: Séquese mi diestra, Schoenstatt, si de ti me olvido"

    Moises Kentenovich

    ResponderEliminar